JOSÉ TOMÁS
SE CUMPLE UN AÑO DE LA BRUTAL COGIDA
No corre el tiempo sino vuela. Doce meses cumple este domingo la oscura cornada que vació de sangres a José Tomás en Aguascalientes. La madrugada aterradora en que su vida pendió de un hilo entrecortado no se olvida fácilmente. Pasadas dos horas del nuevo día en España, aún 24 de abril en México, un sms iluminó la habitación del hotel de Sevilla como una alerta roja de submarino hundido en el teléfono móvil: «José Tomás muy grave, su gente muy asustada». Como un viejo cable. Respondí de viva voz a Luis Manuel Lozano, que estaba en estado de shock: «Yo no he visto nada igual. No imaginas el reguero que ha dejado en el callejón. Están pidiendo sangre por los altavoces de la plaza y el público hace cola en la puerta de la enfermería para donar. Te llamo luego». Un urgente lanzamos por ELMUNDO.es y en la edición de papel logramos un alcance. El goteo de noticias iba más lento que la imparable hemorragia. Actualizábamos desde la angustia. La estabilización no llegaba, la sangre tampoco y los doctores mexicanos tiraron de bisturí y decisión, cirugía de guerra. A pelo la sabiduría.
Sobre las cinco de la madrugada, hora española, más o menos, se estabilizaba el cuerpo de José Tomás, que era trasladado al hospital Miguel Hidalgo para ser operado. «Parece que sale», otro sms. En Sevilla ya no había nada que hacer. Aunque quedaba la corrida de Miura, la noticia no estaba allí. A las 7.00 horas un AVE golfo de cierrabares y casetas nos traía a Madrid. Esperaban en la redacción las imágenes, las lágrimas del padre de JT, el imponente trabajo de nuestro corresponsal mexicano.
Ya ha pasado un año y José Tomás no ha vuelto. Las lesiones neurológicas se sumaron a las vasculares. La lentitud de su evolución sólo se aceleraba en la imaginación de una legión de nostálgicos. A finales de agosto de 2010, una intervención clave en Sevilla proporcionaba un paso de gigante al liberar nervios que aprisonaban la pierna tanto como el alma de José Tomás.
Un portal taurino ha lanzado la noticia de que ha matado su primer toro a puerta cerrada; en el campo se prueba con becerras desde hace dos meses. Éste es otro escalón. Falta menos, pero falta aún para la puesta a punto, dicen quienes lo han visto. Los cálculos para su reaparición oscilan entre finales de julio y principios de agosto. Las ferias de ese tramo, como las agosteñas profundas, están casi paradas en su confección, a la espera de una decisión que las reafirme. Doce corridas habría reseñado en el campo. Doce tardes para restañar doce meses de dura y árida ausencia.
Sobre las cinco de la madrugada, hora española, más o menos, se estabilizaba el cuerpo de José Tomás, que era trasladado al hospital Miguel Hidalgo para ser operado. «Parece que sale», otro sms. En Sevilla ya no había nada que hacer. Aunque quedaba la corrida de Miura, la noticia no estaba allí. A las 7.00 horas un AVE golfo de cierrabares y casetas nos traía a Madrid. Esperaban en la redacción las imágenes, las lágrimas del padre de JT, el imponente trabajo de nuestro corresponsal mexicano.
Ya ha pasado un año y José Tomás no ha vuelto. Las lesiones neurológicas se sumaron a las vasculares. La lentitud de su evolución sólo se aceleraba en la imaginación de una legión de nostálgicos. A finales de agosto de 2010, una intervención clave en Sevilla proporcionaba un paso de gigante al liberar nervios que aprisonaban la pierna tanto como el alma de José Tomás.
Un portal taurino ha lanzado la noticia de que ha matado su primer toro a puerta cerrada; en el campo se prueba con becerras desde hace dos meses. Éste es otro escalón. Falta menos, pero falta aún para la puesta a punto, dicen quienes lo han visto. Los cálculos para su reaparición oscilan entre finales de julio y principios de agosto. Las ferias de ese tramo, como las agosteñas profundas, están casi paradas en su confección, a la espera de una decisión que las reafirme. Doce corridas habría reseñado en el campo. Doce tardes para restañar doce meses de dura y árida ausencia.