CIENTÍFICO DEL TORO Y GENIO DEL MÁRKETING
Juan Pedro Domecq vistió de luto la Fiesta. Otra vez el apellido Domecq envuelto en una tragedia, como un sino, una persecución del destino, como cuando en 1991 las cuatro nietas de su tío Don Álvaro fallecieron en un trágico accidente de coche también. Juan Pedro fue un estudioso, un científico, un loco de la bravura, al que la fórmula se le vino abajo. De la fuente de su ganadería, que une las uves de Vázquez-Veragua, se han nutrido todos los hierros derivados de la sangre domecq. Como si los sucedáneos de la fórmula de la Coca-Cola terminaran por funcionar mejor que la casa madre. El encaste Domecq domina la cabaña brava española y se ha impuesto por amplísima mayoría a las demás castas que en los sesenta abrían un abánico más amplio y rico que el actual: Núñez, Coquilla, Graciliano, Galache, Atanasio...
El mundo de los toros, como la afición, dividía sus opiniones sobre la propia opinión de Juan Pedro, siempre valiente, personal y propia aun a costa de encajar severos castigos y duras críticas. La expresión de "toro artista" se hizo desafortunadamente popular. Sobre su "tauródromo" para correr los toros hubo ironías varias, pero todo el mundo acabó corriendo los toros. El juampedro, tan favorito de las figuras, se convirtió en Coca-Cola demasiado azucarada.
Juan Pedro Domecq combinaba los avances de las últimas tecnologías con la selección clásica y la mercadotecnia. Su estudio de la evolución de la tauromaquia, 'Del toreo a la bravura', contenía el hilo del toreo pero se publicó en un momento bajo de la ganadería. Alcanzó una segunda edición y enorme difusión. Juan Pedro siempre supo ganar y encajar. No le fallaba la fe. Hacía pronósticos. Erraba y se volvía a levantar las veces que acertaba. Era un genio del marketing. Y un señor de la corrección.
En la última entrega del premio Paquiro de EL CULTURAL de EL MUNDO, se proyectaron las imágenes maravillosas de Morante con el capote en Madrid en 2009... El toro era de Juan Pedro: "Para que salga este", me dijo, "tienen que salir los otros". Como tantos y tantos otros, en bueno, que hicieron historia propiciando grandes faenas. No sería justo recordar a Juan Pedro Domecq Solís por la parte fallida sino por la exitosa. Por el amor que, a su manera, sintió por el toreo, por la "toreabilidad". Descanse en gloria.
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