Entradas populares

domingo, 7 de agosto de 2011

SUBLIMES: MORANTE Y MANZANARES EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA


Tarde de pasión y emoción en El Puerto. Tarde de toreo grande y plena comunión artística tanto de Morante de la Puebla como de José María Manzanares con un público que ha llenado la Plaza Real y que ha vivido una tarde histórica.

Empate a cuatro orejas del que sale vencedor la propia Fiesta de los Toros. En hombros los dos toreros y el mayoral de Núñez del Cuvillo que ha lidiado una corrida de variado juego con el culmen del bravo tercero, premiado con la vuelta al ruedo.

Morante dibujó al tercero de la tarde tres verónicas y una media que pronto enloquecieron al tendido. Salió decidido e impuso su ley a un toro que de no dominarle se hubiese hecho el dueño. Comenzó doblándose por bajo y recordando su toreo añejo. Desglosó todo su compendio taurino recordando épocas anteriores. Ceñido, adelantando la muleta y arrebatándose hasta el punto de rozar la voltereta. Una gran obra del sevillano que levantó pasiones. Ni un pinchazo frenó el doble trofeo.

En el quinto Morante y Manzanares protagonizaron un apasionado aunque desigual tercio de banderillas. A la salida del último par, el toro persiguió a Morante hasta que le trastabilló, rompiéndole la taleguilla y propinándole un varetazo en el glúteo izquierdo. Lo puso todo el sevillano, que tuvo delante un toro soso que embestía a oleadas y que le obligó a ponerse se puso el traje de faena. Comenzó sentado en la silla ante el clamor popular que siguió con pasión la enttegada faena de Morante, muy entregado. Dos orejas para rematar su tarde. Quedó inédito con el deslucido primero. Únicamente quedaron una verónica y una media en una labor a la antigua usanza, acabada con un macheteo en la cara.

José María Manzanares sumó también cuatro orejas. El premio doble lo logró en el sexto, de mayor volumen y al que el torero le hizo todo a su favor para que rompiese. El animal no se rebosaba pero gracias a la expresión de Manzanares lo aparentaba. Mucho valor, mucha estética y grandeza en el toreo al natural, de los que sirven de ejemplo. Estoconazo, dos orejas y broche de oro. A su primero construyó faena milimetrada en tiempos, dosificando a la perfección cada tanda a un toro -bien picado por Chocolate y bien bregado por Trujillo- que quiso rajarse de no ser por la virtud de José María. Hubo personalidad y hondura al natural, aunque también intermitencias por el toro y el molesto viento que le ocasionó un susto en el recibo capotero. Remató de un espadazo contudente a más no poder.

Cortó otra oreja tras otro ejercicio de temple y dominio al cuarto en una labor tan natural que resulta difícil analizar su dificultad. Consiguió fijar a un toro manso que sólo quería huir hasta sujetarlo en una faena muy templada y ligada. Sólo una estocada recibiendo caída impidió que sumase el segundo trofeo. De nuevo cabe destacar a la cuadrilla, que consiguió hacer sonar la música en banderillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario