.jpg)
De las primera parte de la tarde, un selecto alquimista hubiera elegido la calidad del primero de Juan Manuel Criado para mezclarla en tubo de ensayo con la fuerza del tercero: saldría un toro importante.
El primero portaba una armonía de hechuras admirable. El tranco del galope de salida apuntaba. Como ya apuntó la falta de potencia en el saludo a la verónica de Manolo Sánchez. Se durmió bajo el peto en un encuentro eterno. De un capotazo inoportuno justo antes de empezar la muleta salió el toro en costalada sonora. Sánchez, puesto pronto con la zurda, lo quiso cuidar hasta lograr una segunda tanda notable. Sobre la mano derecha, al temple le sumó la media altura o más allá, hasta que la estética se hacia fea. Pero el veterano pucelano no desistió en lo que llaman pulsear. A pulso sacó momentos en labor excesivamente kilométrica. Siempre entreviendo la clase del torero. Cobró una estocada corta, se pidió la oreja y dio la vuelta al ruedo.
El tercero se movió más pero no mejor: echaba las manos por delante y soltaba la cara por arriba en los finales de vieja. Dentro de su son brutote no habitaba maldad. Morenito de Aranda vino a hacer dos faenas en una. En los veinte primeros pases tenía que haber estado la cosa. Los hubo notables (especialmete los naturales), buenos y regulares la mayoría. Por abundar.
El segundo no había válido nada más que para que Paulita dejase su sello en dos verónicas y el cuarto, solo pitones, se desmoronó. El quinto era feo con codicia. Cariavacado y destartalado. De atrás hacía sentadillas. Del prólogo de faena, una trinchera y un cambio de mano tuvieron su aquel. Con la izquierda tres o cuatro extraordinarios, muerta la muleta. Sobre la derecha nada era igual. Hilvanó una fea estocada y se eternizó con el descabello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario