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lunes, 9 de agosto de 2010
FERIA DE VILLANUEVA DE ´CORDOBA´: Cinco orejas y poca historia más
Ganado: toros de Ortigao Costa, el quinto lidiado como sobrero, aceptables de presentación, medidos de fuerzas y casta.
Juan Serrano ´Finito de Córdoba´: metisaca, pinchazo y tres descabellos (silencio); y un pinchazo, otro hondo y cuatro descabellos (ovación).
José Luis Moreno: media estocada trasera y tres descabellos (una oreja); y pinchazo y estocada (dos orejas).
Alejandro Talavante: estocada atravesada y tres descabellos (una oreja); y media estocada trasera (una oreja).
Plaza: Villanueva de Córdoba. Menos de tres cuartos de entrada en tarde calurosa.
Corrida sin historia, sin más recuerdo que el estadístico: a hombros José Luis Moreno y Alejandro Talavante, con tres y dos orejas, respectivamente. Pero hasta ahí. No hubo más, en gran medida, porque los toros de Ortigao Costa, medidos de fuerzas y casta, no fueron propicios para el lucimiento. Aunque a eso hay que añadirle igualmente que tampoco los toreros estuvieron finos para explotar lo poco que le dejaron. Así que festejo de trámite, de sumar trofeos y pasar página.
No se subió al carro de las orejas Finito, con un primero imposible y por su mal manejo de los aceros en el segundo. En el que abrió plaza, sin fuerza ya en el capote, poco pudo hacer con la muleta. Metido el animal en tablas a las primeras de cambio, el torero desistió pronto para matarlo de aquella manera con el animal hecho un marmolillo.
A su segundo, en un saludo desigual con el capote, le recetó verónicas estimables. Pero luego, la faena, tampoco cobró altura. No era el toro nada del otro mundo, pero al menos pasaba. Y el torero, haciendo un notable esfuerzo para estar allí, sin embargo, no terminó de cruzarse, colocado casi siempre por fuera. Hubo continuidad en los muletazos cuando se comprometió más, pero apenas fue una serie. Y todo quedó en nada, además, al aperrearse a la hora de matar.
Moreno se prodigó con el capote en su primero, en un saludo compuesto y en un quite por chicuelinas también muy celebradas. Pero ya con la muleta, el toro vino a menos. Le costaba al animal y quería irse, así que el torero resolvió en las cercanías. A falta de posibilidad de montar series, arrimón. Un recurso acertado y premiado con un trofeo.
Su segundo, lidiado como sobrero, fue el de más movilidad del festejo, aunque quizás eso llevó a cierto engaño a la plaza, cuando la verdad es que el toro tampoco terminó de entregarse. Con la cara casi siempre a media altura, rematando arriba o incluso desentendiéndose, no permitió que las series cobraran suficiente cuerpo. Y aun así, tampoco Moreno estuvo tan resuelto como otras tardes. Se adornó mucho en los tiempos muertos, dejó algunos muletazos sueltos e incluso cuajó una serie con la derecha con cierta compostura. Pero el conjunto, premiado con dos orejas al matar pronto, tuvo muchos altibajos.
Talavante, de su parte, sumó una y una oreja para salir igualmente a hombros, pero su actuación no tuvo fondo ninguno. Con su primero, que entraba al paso, se colocó por fuera y se dejó tocar en exceso, sin llegar a interesar. Y en el sexto, soso el toro y en el mismo son el torero. Mucha cantidad de su parte, tanto con el capote como con la muleta, pero para el recuerdo no hubo nada. La tarde tampoco dio para más. Cinco orejas y poca historia.
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