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jueves, 19 de agosto de 2010

Perera arranca una oreja tras un palizón en San Sebastián

El matador de toros extremeño Miguel Ángel Perera ha sufrido una fuerte paliza en San Sebastián cuando ponía en el caballo al primer toro de su lote, de la ganadería de Zalduendo. Un animal con el que la cortado la única oreja de la tarde, marcada por un encierro muy deslucido y con el que Morante y Pinar no han tocado pelo.

Hasta el momento del percance, había sido un animal que no se había entregado en el capote y que cuando quiso dejarlo en suerte, perdió el pie el torero en la cara y sufrió fuerte paliza. Perera cayó inerte, quejándose ostensiblemente de la cadera, aunque tras un tiempo de recuperación volvió a la cara para continuar con la lidia.

Después, el toro llegó a la muleta con movilidad de largo pero sin querer entregarse. Lo hizo cuando Perera, que comenzó con varios cambiados por la espalda en los medios, lo reventó por abajo en dos series muy importantes sobre la mano diestra, cosidas y templadas.

A partir de ahí el toro empezó a defenderse, a quedarse debajo y a no querer embestir. El fondo había sido un espejismo. Perera, que hizo un esfuerzo titánico aguantando en la cara, le buscó las vueltas antes de matar de una estocada trasera en la que el de Zalduendo estuvo a punto de hacer presa en el muslo. Oreja justa.

El primero de Zalduendo, terciado y justo, no quiso embestir. Se dejó pegar en el caballo pero llegó a la muleta frenándose y punteando siempre, con demasiados cabezazos. Morante estuvo paciente en una faena larga en la que trató de corregir los defectos y llevarlo en línea, pero el toro se resistió y su labor no llegó a prender. Tras un pinchazo dejó una estocada.

El tercero tampoco tuvo clase y se vino abajo muy pronto. Pinar, que salió con ganas y quitó por chicuelinas, apenas pudo dar dos series antes de tener que montarse encima para buscarle las vueltas y robar los muletazos. Dejó una estocada muy baja y saludó una ovación a la disposición.

El cuarto, más toro que sus hermanos, se frenó de salida y no quiso embestir. Muy bajo de raza, el toro llegó parado a la muleta de Morante, que estuvo tesonero y voluntarioso y tan sólo pudo dejar detalles ante un ejemplar sin continuidad y sin querer embestir, que terminó con la cara por las nubes y defendiéndose. Las almohadillas del final no tuvieron sentido.

El tercero tampoco tuvo clase y se vino abajo muy pronto. Pinar, que salió con ganas y quitó por chicuelinas, apenas pudo dar dos series antes de tener que montarse encima para buscarle las vueltas y robar los muletazos. Dejó una estocada muy baja y saludó una ovación a la disposición.

El sexto tampoco tuvo raza. Embistiendo siempre a su aire y por arriba, el de Zalduendo no quería tomar las telas. Pinar puso las ganas a la faena, que aunque pidieron música se desarrolló en silencio. Muy de tentadero, de paciencia, de uno en uno las series. Un poco pasada de metraje. Y un pinchazo antes de una estocada caída.

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