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lunes, 10 de mayo de 2010

MORANTE Y EL VENGA DETRÁS QUE ARREE........


Como está Morante ahora mismo es difícil que alguien le haga sombra. Se podrá torear mejor o peor, construir faenas de altos vuelos, encandilar al respetable... pero hacerlo como él lo hace, como lo sueña y le sale del alma, es harto complicado. Porque la tarde que ayer regaló no tiene nombre. Sólo si se comprende que Morante no torea, esculpe el toreo, que es muy distinto. Toreo que sale del alma, del sentimiento más íntimo. Morante torea, cincela el toreo, para él. Aunque no haya toros. Porque ayer, con el lote más deslucido, la obra que dejó queda para que cuando pasen los años se siga recordando.
Ya deslumbró en las verónicas de recibo a su primero, pero tenía en el fundón lo que enseñaría en el quinto. Un jabonero pequeño pero que tomó los vuelos del capote, que se meció como nunca en verónicas acompasadas, lentas, sublimes, que se prolongarían en un quite por chicuelinas de sabor añejo por su forma de ser ejecutado. Qué naturalidad. Los peones al ruedo para banderillear y Morante, ya desmonterado, que se va de nuevo para el cuvillo y le echa de nuevo el capote. ¿Verónicas? No. La verónica en su mejor definición. No es posible torear más lento, esculpir tamaña obra de arte. Y no contento, toma los palitroques para dejar tres pares andándole al toro, sin aspavientos, yendo de frente y saliendo de la cara como el que se toma un café. Y a partir de ahí, la obra excelsa con la muleta. Cartucho de pescado para citar, darse la vuelta y vaciar al toro en un pase de pecho descomunal. Y con la diestra, los muletazos que se suceden con grandiosidad, siendo hombre y animal un mismo cuerpo. Y las trincherilleras para rematar las series. Que se queda en la cara, le da respiro al toro, le anda un poquito y vuelta a torear, a esculpir pases imposibles, soñados, gozados. Como los que salieron de su muñeca izquierda. Y el toro sin entregarse. Pero estaba entregado Morante, que se desplanta en pose de vieja estampa para dejar media en lo alto y que el delirio se desborde. ¿Que no le concedieron el rabo? ¡Allá usted, señora presidenta, con su reglamento! Porque Morante no toreó. Cinceló el toreo, que es distinto.
Finito, con el mejor lote, se mostró precavido en su primero, aunque dejó algún muletazo suelto, mientras que con el cuarto no pasó de voluntarioso pero sin estar nunca a gusto. El Cid volvió a evidenciar que no lo ve. Faena de altibajos en su primero y muy deslavazada al sexto.

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